sábado, 4 de junio de 2011

Capítulo 1

Otro difícil día en la Universidad, “odio mi vida, si, sé que soy un maldito antisocial, no me importa lo que piensen los demás, yo así he sobrevivido y así me siento cómodo conmigo mismo, me han dicho que me hace mal que esté encerrado todo el día en casa, la verdad no me importa hacerlo” llego a la universidad y me topo con gente que me ve extraño, chicas lanzándome miradas coquetas tratando de llamar mi atención, creyendo que me acercaré a alguna de ellas a pedirles su teléfono o su correo electrónico, no soy de esos, y creo que no lo entienden, o tipos que me ven con ganas de golpearme creyendo que es divertido, maestros que desean que les hable para pedirles explicaciones de algo que ya sé y los típicos que me critican al pasar. Llegué a mi aula y me senté en mi rincón, y saqué la libreta de la primera clase, escuchando música mientras entraban los demás, cuando llegaron, se sentaron en sus lugares como siempre, las enamoradas de mí se sentaban a mi lado y al frente, lo más cerca posible de mí, lo cual me incomodaba, y no se los decía por miedo a que se molestaran, entró el maestro y comenzó primero tomando asistencia, cuando se acercaba mi turno todas las chicas volteaban a mirarme esperando que dijera presente, me ponía colorado solo con notar que todas me miraban
-Kaulitz
-Presente-decía con una voz débil
-Su voz es tan sensual-alcancé a escuchar que se susurraban unas a otras, lo cual la verdad no me importaba mucho.
No sé que me ven de apuesto, no tengo nada de guapo. Lo se, no tengo autoestima, y no me preocupa tenerla, de hecho no se por que se fijan en un flacucho que se preocupa más por su cabello que por su vida, y que para colmo no habla ni para saludar a alguien, me da curiosidad saber que me ven de interesante, pero no les preguntaré, mejor me trago mi duda, como siempre.
Hoy el maestro nos entregaría los resultados de los exámenes, y no me preocupaba mi calificación, pues bien sé que era buena, había estudiado y como siempre, me va bien en la escuela, aunque no sé que tenga de especial el ser bueno, si ni siquiera soy capaz de hablar ante dos personas sin ponerme nervioso y quedarme mudo.